El azahar, con sus delicados pétalos blancos y su aroma fresco y cautivador, es mucho más que una flor: es un símbolo del renacer, de la pureza y de la llegada de la primavera. Su nombre proviene del árabe al-zahr, que significa simplemente “flor”, y desde tiempos antiguos ha estado asociado a rituales, celebraciones y a la creación de perfumes únicos.

Un aroma con historia y tradición

El azahar proviene principalmente de los naranjos, limoneros y cidros, flores que aparecen a finales del invierno para dar paso a la primavera. En diversas culturas mediterráneas, esta flor ha representado fertilidad y nuevos comienzos, siendo protagonista en ramos de novia, rituales de buena fortuna y bebidas tradicionales.

En perfumería, el azahar ocupa un lugar privilegiado. Su extracción se realiza por destilación de la flor fresca, obteniendo dos productos principales: el aceite esencial de neroli y el agua de azahar. Ambos son muy apreciados en la industria de las fragancias por sus notas suaves, cítricas, verdes y ligeramente dulces, que transmiten frescura y serenidad.

El azahar en la creación de fragancias

El aceite de neroli es considerado uno de los más finos y costosos en el mundo de la perfumería. Se utiliza en composiciones florales, cítricas y orientales, aportando elegancia y luminosidad a la mezcla. Por su parte, el agua de azahar, de aroma más ligero, se integra en fragancias frescas, ligeras y vibrantes, perfectas para temporadas cálidas.

Su versatilidad permite que el azahar combine con notas frutales, maderas suaves o especias, dando como resultado perfumes equilibrados y modernos que evocan vitalidad, frescura y sofisticación.

Primavera: el momento del azahar

La llegada de la primavera marca la época de florecimiento del azahar, lo que lo convierte en un ícono de la temporada. Asociarlo a fragancias es casi natural: transmite esa sensación de aire limpio, luz renovada y la promesa de nuevos comienzos.

En Cramer reconocemos la importancia del azahar como ingrediente clave en el portafolio de fragancias, tanto por su valor histórico como por su capacidad de adaptarse a tendencias contemporáneas.

El azahar no solo perfuma: inspira, conecta con la naturaleza y nos recuerda que cada inicio de temporada trae consigo nuevas oportunidades.

 

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